Axel celebra el 10 de mayo solo con su abuela, su Mamá desapareció cuando él era un bebe

Axel tiene apenas 10 años, pero desde hace siete es uno de los miles de huérfanos, víctima de la desaparición forzada de su mamá, Daniela Mabel Sánchez Curiel, de 20 años de edad, quien vivía con su pareja Christian “N” en Tlalnepantla, en el Estado de México; desde entonces su abuela, Laura Curiel Armenta a rogado a las autoridades tomar en cuenta los antecedentes de violencia intrafamiliar que padecía su hija.

Por diversos aspectos Laura asegura con mucho dolor que Daniela no se fue por voluntad a ningún lado, y ha tenido que batallar con la indolencia e ineficacia de seis Ministerios Públicos y sin fin de autoridades mexiquenses quienes no atendieron la denuncia y sospechas que ella reportó oportunamente, recibió a cambio re victimización, criminalización y toda clase de violencia institucional.

La falta de respuestas y desesperada al ver que no buscaban a su hija, ella fue involucrándose con asociaciones y grupos civiles de cientos, miles de familias mexicanas que padecen el mismo infierno de no conocer el paradero o destino final de sus hijos e hijas; convirtiéndose además en madre para su nieto, Axel, quien solo tenía tres años de edad cuando dejo de sentir el amor de madre, y se convirtió en el acompañante permanente de su abuela, quien desde ese año no ha dejado de buscar a su querida Daniela.

Irónicamente, toda la experiencia acumulada por Laura en el triste camino de buscar entre cuerpos desconocidos, acumulados en las morgues del país o en tumbas colectivas, ha servido para que otras madres, como ella, logren la tranquilidad de sepultar a sus seres queridos, tras verificar de todas las formas posibles y con certeza que esos cuerpos sacrificados, torturados, irreconocibles, son en realidad los hijos e hijas desaparecidos.

Al perder contacto con su hija, Laura acudió ante las autoridades, pero Christian, papá de Axel, ya había denunciado la ausencia de Daniela, y eso entorpeció la acción oportuna y él quedo “oportunamente” fuera de sospecha, también desde entonces dejo al pequeño Axel al cuidado de su abuela materna, sin interesarse por el bienestar del pequeño, mucho menos su manutención.

Ante las negativas y bloqueos de las autoridades mexiquenses, Laura acudió a la PGR donde le apoyaron con algunas indagaciones, registraron las llamadas del teléfono de Daniela, y ubicaron como su último punto, desde el cual se comunicó, justamente la casa donde vivía con su expareja, quien posterior a la desaparición de Daniela ha mostrado una actitud muy hostil hacia Laura y le llego a enviar mensajes fuera de lugar; a la par ha sido víctima de amenazas diversas y amagos que la obligaron a el desplazamiento forzado junto a su nieto, cambiándose de residencia continuamente.

A siete años del inicio de su desgracia, cada 10 de mayo, abuela y nieto tienen muy poco, prácticamente nada para celebrar. Axel aún está muy lejos de comprender en toda su magnitud el drama de la desaparición forzada y por consecuencia de su orfandad, espera con su abuela el milagro de encontrar a suple su madre, y pese a su corta edad, apoya en todo lo necesario para buscarla; convirtiéndose en el mejor aliado para caminar por este doloroso mundo de los desaparecidos en México, donde las mujeres ocupan cifra preponderante entre las 95 mil desapariciones registradas por el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cantidad estimada, que sin duda supera en mucho por los casos no reportados o denuncias mal levantadas.

Esta situación los ha llevado a vivir de modo muy distinto, “es como estar en otro planeta” nos dice Laura su abuela materna, mientras Axel asiente con la cabeza y busca como distraerse un poco con un juguetito o el celular, en tanto ella se dispone a relatar por enésima vez la triste historia de su hija, Daniela Mabel Sánchez Curiel, enfrentándose desde el primer día de no saber de ella, a toda clase de indolencias, ineficacias, injusticias y violencias institucionales.

De todo ello Axel ha sido testigo desde bebé, cuando junto con abuela, emprendieron el tortuoso caminar institucional y de activismo para buscar a Daniela, a quien buscan afanosamente, junto a otras madres, quienes al igual que Laura, son madres de muchas otras mamás desaparecidas, y de ciento de mujeres y niñas ausentes, cuyas familias viven el mismo infierno.

Laura Curiel Armenta nos explica cómo junto a su nieto Axel a formado un “dúo dinámico” de búsqueda, convirtiéndolo, poco a poco y por supuesto, al nivel de su edad, en todo un conocedor de procesos y protocolos forenses, criminalísticos, jurídicos, institucionales, de activismos diversos, pues al no tener quien lo cuidara mientras ella busca a su hija, ha llevado al pequeño Axel a todo tipo de diligencias, cursos, talleres, procedimientos y trámites.

Desde bebé, Axel se acostumbró a ir y venir entre oficinas, instancias, casas de otras madres que buscan a sus hijas desaparecidas; conoció a otros niños y niñas cuyas mamás tampoco están y las buscan afanosamente en un país donde la cifra de mujeres que no volvieron a sus hogares para abrazar a sus hijos es impresionante y tristemente abundante y creciente. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación, se desconoce el paradero de 19,805 mujeres de este total, algunos grupos de activistas calculan que el 65 por ciento vivían y desaparecieron en algún municipio del estado de México.

A su corta edad el pequeño Axel ya tiene claro cuál es su misión de vida, buscar a su mami sin descanso y hacer todo lo posible e imposible hasta encontrarla; su abuela le pregunta seguido y le escucha aliviada esa promesa, pues sus expectativas de encontrar a su hija se han reducido tanto, contrario a sus temores que se incrementan y la colocan en un escenario donde ella no tendrá más fuerzas para continuar en esta lucha desigual contra autoridades y un sistema que ha “normalizado” este problema. Su mayor temor, dice, es irse sin encontrar a su amada hija, dejar ese “mundo” tan cruel e injusto en el cual no hay alegría plena, ni tranquilidad.

Sin embargo, es el pequeño Axel quien le da más fuerza, para ir, literalmente de la mano con él, enfrentándose cada día con malos funcionarios y pésimos procedimientos para buscar, contrastar y reconocer identidades de los miles de cuerpos de mujeres que se alojan en las morgues o han sido confinados en fosas comunes. Deben lidiar también con falsos y aprovechados “activistas” o pseudo abogados, Ministerios Públicos insensibles, y largo etcétera de personas sin escrúpulos quienes han convertido este flagelo nacional en un lucrativo negocio.

Para combatirlos Axel tiene muy claro que habrá de estudiar alguna carrera que le permita andar una y otra vez ese camino emprendido con su abuela Laura, quien sin título o certificados académicos de por medio, se ha convertido en toda una experta de temas forenses y criminalística en torno a búsquedas de personas; también sabe bastante de términos y procedimientos jurídicos, conoce los marcos legales de diversos estados sobre limitantes o posibilidades para agilizar búsquedas de personas desaparecidas; está muy enterada de agendas legislativas, avances o retrocesos respecto a las leyes locales, que como víctimas y familiares necesitan crear o modificar.

En este extraño camino para un niño de su edad, Axel parece muy conforme, entendido, sin dejar su carácter sereno, algo inseguro, de sonrisa triste pero franca, como la de su abuela, quien no ha tenido más remedio que llevarlo por ese rumbo repleto de injusticas, de personas poco empáticas, de funcionarios ineficientes, de líderes o representantes corruptos con quienes se topa constantemente, tratando de frenar su labor extendida a otros estados y fortalecida un poco con su integración al Consejo Estatal Ciudadano previsto en la Ley en materia de Desaparición Forzada de Personas y Desaparición Cometida por Particulares para el Estado de México, del cual es coordinadora actualmente.
(Texto y fotos Maricarmen Aguilar Franco)