Opinión/Qué les puedo decir de Armando Ayala Serna

Por Raymundo Medellín/eje19
Hablar de Armando es hablar del líder, del periodista y más allá de ello, del ser humano sensible y entregado al concepto amigo, que más allá de  la palabra, tenía una manera muy especial de indistintamente mostrar ese calor humano.

Me viene a la mente cuando estando trabajando con él un reportaje, recibió una llamada telefónica, alcance a escuchar que era la voz de una mujer que le contaba sus problemas, que entre llanto le decía que ese día no tenía nada para comer ni ella ni sus hijas.

Vi evidentemente preocupado a Armando, la escuchó y finalmente le dijo: “ve a la tienda y pide huevo, frijol, leche para tus hijas, azúcar y lo que necesites, dile al señor que está ahí que él me conoce, que más tarde voy y le pago la cuenta de lo que te dé.

Cuando hace unos días encontré a aquella persona que le había hecho aquella llamada a Armando, entre lágrimas me dijo: “dígame que no es verdad…”

Tuve que ratificarle la realidad del hecho.

La nobleza del ser humano que fue Armando Ayala le impidió tomar decisiones que en lo emocional le beneficiaran a él, sufrió mucho por ello, pero era un ser realizado, para él dar, incluso lo que no tenía, era una religión, era sagrado, tal parecía que el hecho lo fortalecía más que un alimento físico.

No sería posible enumerar los detalles de tantos casos de los que tuve conocimiento en tantos años que convivimos, me queda el recuerdo y la nostalgia de que durante una gran parte de su vida fuimos compañeros, que vivimos y convivimos, como él decía, en las buenas, en las malas y en las peores, cuando en los últimos tiempos la situación económica empeoró.

Hablé con él la noche anterior a su fallecimiento, le pregunté cómo se sentía; me dijo que bien, me pidió que no fuera a verlo, que cuidara mucho a mi familia, me dijo que agradeciera a mi esposa tantas atenciones que tuvo para con él…esto quizá porque siempre, cada fin de año, mi esposa sabía que a Armando le gustaban mucho los romeritos y le hacía una cazuela para él, la que le íbamos a llevar el día 25 de diciembre; en esta, mi última llamada para con él, todavía le pregunte si tenía medicamento para su diabetes o que si no se lo llevaba, me dijo: no vengas, sí tengo medicamento, pero no vengas. Fue su despedida

Al día siguiente, al filo del mediodía me habló su hijo Miguelito, para informarme que su señor padre había fallecido.

Creo que Armando no se ha ido del todo, dice el poeta Antonio Machado que “se hace camino al andar” y Armando hizo camino al andar, nosotros al volver la vista atrás vemos la senda que nunca se va a volver a pisar, esa senda que con Armando anduvimos e hicimos camino; Armando vive en el recuerdo y el corazón de quienes tuvieron la fortuna de caminar con él por esa senda que nunca se va a volver a pisar.

Descanse en paz el ser generosos que trajo luz a la vida de muchos seres humanos que se cruzaron en su camino.