Recuperar un espacio público, hacerlo funcional y colorido, le devuelve el sentido comunitario

Desde hace dos años, los vecinos de más de 30 colonias cercanas al camellón que serpentea por el Bulevar Ignacio Zaragoza, del municipio de Atizapán de Zaragoza, han visto cómo se transforma y moderniza ese espacio público que ahora luce coloridos murales, los cuales, de acuerdo con una de sus creadoras, devuelven el sentido comunitario.

La muralista Cristina Ríos agita su bote de pintura, se acomoda la máscara y echa a volar su imaginación para crear dibujos que plasman ideas, sueños y comentarios de algunos vecinos con los que ha tenido la oportunidad de platicar, como una vendedora de gelatinas que se sentó en una banca para descansar y observar el enorme dibujo que entonces iba tomando forma.

“El mural tiene esa magia, que al ser un dibujo se vuelve una referencia, ya no es como, “te veo en la cancha, si no te veo en donde está la niña”. Transformar un espacio, pasar de un muro gris o de un color plano o liso, a ponerle un dibujo, es como darle vida a algo, es como hacer un giro de 360 e incluso personificarlo, darle una esencia y volverlo único. Empiezas a mover en la comunidad algo ¿no? Es como la señora que pasa vendiendo gelatinas, ya se sienta y empiezas a hablar con ellos”, explica.

Con 4.7 kilómetros, el ahora Parque de la Ciencia Atizapán de Zaragoza se resiste a volver a su estado anterior, ahora es parte de la comunidad, hay vecinos que lo caminan con confianza por su iluminación, rampas y cruces peatonales; lo disfrutan desde una banca, lo cuidan de quienes quieren alejar a la comunidad de él maltratando los juegos infantiles o dañando el mobiliario.

“Recuperar un espacio lo vuelve de nosotras, de nosotros, lo vuelve comunitario, lo vuelve funcional, entonces creo que es súper importante estar enfocándonos a este tipo de espacios. No sólo es llegar y poner una cancha, sino todo lo que desata poner esa cancha, que se hagan equipos, que los domingos vengan a jugar las niñas, los niños con la familia. Son detonantes, creo que lo que necesitamos es regresar a hacer comunidad, entonces es súper importante que existan”, asegura la joven muralista.

Cristina señala que, en la medida que más personas lo volteen a ver y no sólo pasen de largo, este espacio se irá confirmando como un referente de la comunidad, hablará de quienes habitan a su alrededor, porque los murales son para todos y hablan por y para todos.

“No necesitas pagar un boleto, no necesitas tener como el acceso o este privilegio de poder ir a un recinto a admirar los murales, porque estamos haciéndolos aquí, camino a la escuela, de regreso del mercado, paseando al perro y creo que eso es lo padre”, puntualizó.